guia cirugia percutanea

Guía Rápida sobre Cirugía Percutánea del Pie: Todo lo que Necesitas Saber

¿Qué es la Cirugía Percutánea?

La cirugía percutánea del pie, también conocida como cirugía mínimamente invasiva (MIS) o cirugía de mínima incisión, representa una evolución significativa en el tratamiento quirúrgico de las deformidades del pie. A través de pequeñas incisiones de apenas 2-5 milímetros, esta técnica permite corregir diversas patologías del pie con un trauma quirúrgico considerablemente menor que las técnicas tradicionales.

A diferencia de la cirugía abierta convencional, que requiere incisiones extensas de 5-10 centímetros para poder visualizar directamente las estructuras anatómicas, la técnica percutánea trabaja mediante instrumental especializado y control radiológico continuo. El cirujano utiliza un fluoroscopio (equipo de rayos X en tiempo real) que permite visualizar las estructuras óseas durante toda la intervención, guiando con precisión milimétrica cada corte y cada movimiento del instrumental.

Esta metodología permite realizar las correcciones óseas necesarias preservando al máximo los tejidos blandos circundantes: músculos, tendones, ligamentos y, especialmente, la vascularización del pie. La preservación del aporte sanguíneo es uno de los factores clave que explica la recuperación generalmente más rápida de esta técnica frente a los abordajes abiertos tradicionales.


¿Para Qué Deformidades está Indicada?

La cirugía percutánea ha demostrado eficacia en el tratamiento de múltiples patologías del pie, aunque su indicación principal se centra en las deformidades del antepié de severidad leve a moderada.

El hallux valgus o juanete es probablemente la deformidad más frecuentemente tratada mediante cirugía percutánea. Esta técnica resulta especialmente adecuada cuando el ángulo intermetatarsiano (IMA) es inferior a 15 grados y el ángulo de hallux valgus (HVA) no supera los 40 grados. En estos casos, las osteotomías percutáneas permiten realinear el primer metatarsiano y el dedo gordo sin necesidad de abrir ampliamente los tejidos, respetando la cápsula articular y minimizando el daño a estructuras nobles.

Los dedos en martillo o en garra también responden favorablemente a técnicas percutáneas, especialmente cuando la deformidad aún mantiene cierta flexibilidad. Mediante pequeñas tenotomías (cortes de tendones) y osteotomías (cortes óseos), se puede restablecer la alineación normal del dedo sin las cicatrices visibles de la cirugía abierta.

La metatarsalgia, ese dolor intenso bajo las cabezas de los metatarsianos que dificulta la marcha, puede corregirse mediante osteotomías de acortamiento o elevación de las cabezas metatarsales, redistribuyendo así las presiones durante la marcha. Estas intervenciones se realizan a través de incisiones de 3-4 milímetros, prácticamente imperceptibles una vez cicatrizadas.

El hallux rigidus, o artrosis del primer dedo, en sus grados iniciales puede beneficiarse de una queilectomía percutánea. Este procedimiento consiste en eliminar los osteofitos (picos óseos) que limitan el movimiento articular, mejorando significativamente el rango de movilidad y reduciendo el dolor.

En el mediopié y retropié, la cirugía percutánea permite tratar exostosis (prominencias óseas dolorosas), como el llamado «juanete de sastre» en el quinto metatarsiano, el espolón calcáneo resistente al tratamiento conservador mediante liberación de la fascia plantar, y la deformidad de Haglund (prominencia posterior del talón) mediante resección percutánea del hueso prominente.


Ventajas Demostradas de la Cirugía Percutánea

La principal ventaja de la cirugía percutánea radica en su carácter mínimamente invasivo. Mientras que la cirugía abierta tradicional requiere incisiones extensas para permitir la visualización directa de las estructuras anatómicas, las técnicas percutáneas trabajan a través de pequeños portales de apenas 2-5 milímetros. Esta diferencia, aparentemente sencilla, tiene implicaciones profundas en términos de trauma quirúrgico, recuperación y resultados estéticos.

La preservación de los tejidos blandos es fundamental. Durante una cirugía abierta, es necesario seccionar o retraer músculos, tendones y ligamentos para acceder al hueso. Este proceso, aunque controlado, inevitablemente daña estructuras que posteriormente deben cicatrizar. En la cirugía percutánea, el instrumental especializado permite trabajar entre los tejidos sin seccionarlos, respetando la anatomía original. Esta preservación se traduce en menos dolor postoperatorio, menor inflamación y, crucialmente, menor riesgo de adherencias cicatriciales que puedan limitar la movilidad futura.

Las cicatrices mínimas representan otro beneficio objetivo. Las pequeñas incisiones de 2-5 milímetros resultan prácticamente imperceptibles una vez completada la cicatrización, especialmente si se comparan con las cicatrices lineales de 5-10 centímetros características de la cirugía abierta. Para muchos pacientes, particularmente aquellos que usan calzado abierto o practican actividades donde los pies quedan expuestos, este aspecto estético tiene importancia significativa.

El dolor postoperatorio suele ser más manejable en la cirugía percutánea. Múltiples estudios comparativos han documentado que los pacientes intervenidos mediante técnicas mínimamente invasivas refieren niveles de dolor inferiores durante las primeras semanas postoperatorias, con menor necesidad de analgésicos potentes. Aunque las molestias existen y requieren tratamiento analgésico estándar, la intensidad tiende a ser menor que en los abordajes abiertos.

guia cirugia percutanea-1

La recuperación funcional presenta, en muchos casos, una evolución más favorable. La posibilidad de iniciar la deambulación desde el primer día con calzado postquirúrgico especializado, la menor inflamación de tejidos blandos y la preservación de estructuras vasculares contribuyen a una reincorporación más temprana a las actividades cotidianas. Sin embargo, es fundamental matizar que «recuperación más rápida» no significa «recuperación inmediata». La consolidación ósea requiere el mismo tiempo fisiológico independientemente de la técnica empleada, típicamente 8-12 semanas para la consolidación primaria.

El carácter ambulatorio del procedimiento representa una ventaja organizativa y económica. La mayoría de intervenciones percutáneas se realizan con anestesia local y sedación consciente, sin requerir anestesia general. Tras un periodo de observación de 1-2 horas en sala de recuperación, el paciente puede regresar a su domicilio el mismo día. Esta característica no solo reduce costes hospitalarios, sino que permite al paciente recuperarse en el entorno familiar, generalmente más confortable que una habitación hospitalaria.

Finalmente, el menor riesgo de infección está bien documentado. Las incisiones milimétricas constituyen puertas de entrada reducidas para potenciales patógenos. La tasa de infección en series publicadas de cirugía percutánea del pie se sitúa consistentemente por debajo del 1%, cifra inferior a la reportada para técnicas abiertas. Esta reducción del riesgo infeccioso es especialmente relevante en pacientes con factores predisponentes como diabetes o enfermedad vascular periférica.


Limitaciones y Consideraciones Importantes

A pesar de sus ventajas, la cirugía percutánea no constituye la solución universal para todas las patologías del pie. Reconocer sus limitaciones es tan importante como conocer sus beneficios.

Las deformidades severas frecuentemente requieren técnicas abiertas o mixtas. Cuando el ángulo intermetatarsiano supera los 15 grados o existe subluxación importante de la articulación metatarsofalángica, las posibilidades de corrección mediante técnicas exclusivamente percutáneas se reducen. En estos casos, procedimientos como la artrodesis de Lapidus o las osteotomías proximales con fijación robusta pueden ofrecer resultados más predecibles. La inestabilidad de la articulación cuneometatarsiana, presente en algunos casos de hallux valgus severo, generalmente requiere estabilización mediante fusión articular, difícilmente realizable de forma percutánea.

La calidad ósea del paciente juega un papel crucial. En personas con osteoporosis significativa, la consolidación ósea tras una osteotomía percutánea sin fijación interna puede verse comprometida. Aunque algunas técnicas percutáneas incorporan tornillos de fijación (por lo que técnicamente siguen siendo mínimamente invasivas), en casos de osteoporosis severa puede ser preferible un abordaje abierto que permita valorar directamente la calidad del hueso y adaptar la técnica de fijación en consecuencia.

Las deformidades rígidas complejas, aquellas que involucran múltiples articulaciones con importante componente artrósico o fibrosis capsular extensa, presentan desafíos técnicos significativos para la cirugía percutánea. La liberación de tejidos blandos contracturados y la corrección de deformidades multiplanares puede requerir exposición directa para garantizar una corrección completa y segura.

La curva de aprendizaje del cirujano es un factor que no debe subestimarse. A diferencia de la cirugía abierta, donde el cirujano visualiza directamente las estructuras anatómicas, la cirugía percutánea requiere trabajar basándose en imágenes radiológicas bidimensionales y en la palpación de referencias óseas. Esta habilidad requiere entrenamiento específico y experiencia acumulada. Los estudios sugieren que la curva de aprendizaje para cirugía percutánea del pie se sitúa entre 20-50 casos para alcanzar competencia, y que los resultados mejoran significativamente con el volumen de procedimientos realizados.

Respecto a las complicaciones, aunque infrecuentes, existen y deben ser conocidas. El retardo de consolidación, situación en la que el hueso tarda más tiempo del esperado en soldar, ocurre en menos del 5% de los casos según series publicadas. La recidiva de la deformidad, es decir, la reaparición del juanete o la deformidad tratada, se documenta en el 3-7% de los casos, cifras similares o ligeramente inferiores a las reportadas para cirugía abierta. La rigidez articular transitoria, especialmente en la articulación metatarsofalángica, puede presentarse durante los primeros meses postoperatorios, aunque generalmente se resuelve con fisioterapia adecuada. Las parestesias (sensaciones de hormigueo o alteraciones de la sensibilidad) pueden ocurrir por la proximidad de nervios digitales a las incisiones o por el edema postoperatorio, siendo habitualmente transitorias. La hipercorrección o infracorrección, aunque poco frecuente en manos experimentadas, constituye un riesgo inherente a cualquier técnica quirúrgica.

Es fundamental comprender que estas complicaciones, en su mayoría, son menores y transitorias. Las tasas de complicaciones mayores en cirugía percutánea son similares o inferiores a las de la cirugía abierta cuando se realiza por cirujanos con experiencia adecuada en centros con el equipamiento apropiado.


El Procedimiento Paso a Paso

Comprender el proceso completo de la cirugía percutánea, desde la valoración inicial hasta el alta definitiva, ayuda a generar expectativas realistas y facilita la preparación del paciente.

La Consulta Preoperatoria

Todo comienza con una evaluación exhaustiva. Durante la primera consulta, el cirujano realiza una historia clínica detallada, indagando sobre la sintomatología actual, su evolución temporal, tratamientos previos intentados y sus resultados, limitaciones funcionales que genera la deformidad, y expectativas del paciente respecto a la cirugía. Esta última parte es crucial: comprender qué espera lograr el paciente permite valorar si esas expectativas son realistas y alcanzables.

La exploración física incluye la valoración de la deformidad en descarga y en carga (de pie), la evaluación de la movilidad articular, la identificación de zonas de hiperpresión o callosidades, la palpación de pulsos pedios para descartar problemas vasculares, y el análisis de la marcha. Esta información clínica se complementa con el estudio radiológico, que debe realizarse en carga (con el paciente de pie) en dos proyecciones: anteroposterior y lateral. Las radiografías permiten medir con precisión los ángulos de deformidad, evaluar la calidad ósea, identificar cambios artrósicos asociados y planificar las osteotomías necesarias.

guia cirugia percutanea-2

En algunos casos, puede ser necesario un estudio biomecánico mediante plataforma de presiones, que permite identificar alteraciones de la distribución de cargas durante la marcha y determinar si serán necesarias plantillas personalizadas en el postoperatorio.

Con toda esta información, el cirujano diseña un plan quirúrgico personalizado, explicando detalladamente la técnica propuesta, las osteotomías planificadas, la previsión de usar o no fijación interna (tornillos), los riesgos específicos del caso, el proceso de recuperación esperado y las alternativas terapéuticas disponibles. El paciente debe firmar un consentimiento informado tras comprender completamente estos aspectos.

El Día de la Intervención

La preparación prequirúrgica incluye la analítica preoperatoria realizada días antes, la revisión de la medicación habitual (especialmente anticoagulantes o antiagregantes que puedan requerir ajuste), y el ayuno preoperatorio según el protocolo anestésico del centro, típicamente 6-8 horas para alimentos sólidos y 2 horas para líquidos claros.

La anestesia habitualmente empleada es un bloqueo regional del pie mediante infiltración de anestésico local en los nervios que proporcionan sensibilidad al pie. Este bloqueo se complementa con sedación consciente, que mantiene al paciente relajado y cómodo sin necesidad de anestesia general. Esta aproximación anestésica permite al paciente respirar de forma autónoma, reduce riesgos asociados a la anestesia general y facilita una recuperación más rápida tras la intervención.

La técnica quirúrgica comienza con el marcaje cutáneo de referencias anatómicas y los puntos de incisión planificados. Bajo control fluoroscópico, el cirujano verifica la planificación preoperatoria y procede a realizar las pequeñas incisiones cutáneas de 2-5 milímetros. A través de estos portales mínimos, introduce instrumental especializado: fresas motorizadas de pequeño calibre que permiten realizar los cortes óseos (osteotomías) con precisión milimétrica.

Durante todo el procedimiento, el fluoroscopio proporciona imágenes en tiempo real que guían cada movimiento. El cirujano realiza las osteotomías planificadas, moviliza los fragmentos óseos para corregir la deformidad y verifica radiológicamente que la corrección alcanzada es la deseada. Este control radiológico continuo es una de las claves de la técnica, compensando la falta de visualización directa de las estructuras.

Una vez completada la corrección, se procede al cierre de las pequeñas incisiones, frecuentemente con un único punto de sutura o incluso con adhesivo quirúrgico en las incisiones más pequeñas. Se aplica un vendaje funcional compresivo que cumple múltiples objetivos: controla el edema, mantiene cierta compresión sobre las osteotomías favoreciendo su estabilidad y protege las pequeñas heridas. Finalmente, se coloca el calzado postquirúrgico especializado y se instruye al paciente en su uso correcto.

La duración del procedimiento varía según la complejidad del caso. Una intervención en un solo pie con corrección de hallux valgus mediante osteotomía simple típicamente requiere 40-60 minutos. Casos más complejos, que incluyan corrección de dedos adyacentes o requerimientos de fijación interna, pueden extenderse hasta 90 minutos. La intervención bilateral (ambos pies) en el mismo acto quirúrgico, cuando se realiza, suele durar entre 70-90 minutos.

Las Primeras Horas Postoperatorias

Tras la intervención, el paciente pasa a la sala de recuperación donde permanece en observación durante 1-2 horas. Durante este tiempo, se monitoriza la recuperación de la anestesia, se controla el estado del vendaje, se verifica que no hay sangrado significativo y se inicia la analgesia oral. Es normal experimentar hormigueo o sensación de «pie dormido» durante las primeras horas por efecto residual del bloqueo anestésico.

Una vez el equipo médico verifica que el paciente está estable, puede caminar con ayuda del calzado postquirúrgico y comprende las instrucciones postoperatorias, se procede al alta domiciliaria. El paciente recibe documentación escrita con las pautas de cuidados, la medicación prescrita (analgésicos, antiinflamatorios, protección gástrica, y ocasionalmente profilaxis antitrombótica según el caso), los signos de alarma que deben motivar consulta urgente (dolor intenso no controlado, fiebre, sangrado importante, pérdida de sensibilidad) y la fecha de la primera revisión.


Recuperación: Expectativas Realistas por Fases

La recuperación tras cirugía percutánea sigue un patrón relativamente predecible, aunque con variaciones individuales significativas según la técnica específica empleada, la severidad de la deformidad corregida, la calidad ósea del paciente y su adherencia al protocolo postoperatorio.

Las Primeras Dos Semanas: Fase Inflamatoria Aguda

Durante este periodo, el objetivo principal es controlar el dolor y el edema mientras se permite el inicio del proceso de consolidación ósea. El reposo relativo con pie elevado por encima del nivel del corazón es fundamental. Esta elevación, que debe mantenerse la mayor parte del día durante la primera semana, facilita el retorno venoso y reduce significativamente la inflamación.

La crioterapia (aplicación de frío) resulta muy eficaz para controlar tanto el dolor como el edema. Se recomienda aplicar hielo envuelto en un paño durante 15-20 minutos cada 2-3 horas mientras se está despierto. Es importante no aplicar el frío directamente sobre la piel para evitar lesiones cutáneas.

El dolor durante esta fase suele ser moderado y responde bien a analgésicos convencionales como paracetamol y antiinflamatorios no esteroideos (si no existen contraindicaciones). La intensidad dolorosa típicamente es mayor las primeras 48-72 horas y disminuye progresivamente. Si el dolor se intensifica o no responde a la medicación prescrita, debe consultarse con el equipo médico.

La deambulación debe limitarse a lo estrictamente necesario: baño, comidas, necesidades fisiológicas. El calzado postquirúrgico debe utilizarse obligatoriamente para cualquier desplazamiento, incluso dentro del domicilio. Los primeros días pueden ser útiles bastones o muletas para mayor seguridad, especialmente en personas con problemas de equilibrio o que viven solas.

El vendaje inicial no debe retirarse ni mojarse. Es normal que presente cierta tinción por sangrado mínimo durante las primeras 24-48 horas. La primera revisión médica se programa típicamente entre los días 5-7 postoperatorios, momento en que se retira el vendaje inicial, se revisan las heridas, se evalúa la evolución del edema y se aplica un nuevo vendaje que el paciente mantendrá hasta la siguiente revisión.

Semanas 3-6: Fase de Consolidación Inicial

Durante este periodo continúa el uso obligatorio del calzado postquirúrgico. Aunque el paciente ya se siente más cómodo y puede tener tentación de probar calzado convencional, es fundamental resistir esta tentación. La consolidación ósea está en proceso pero aún no es suficientemente sólida. La carga prematura en calzado inadecuado puede comprometer la corrección lograda.

El nivel de actividad puede aumentarse progresivamente. Paseos cortos dentro del domicilio se van extendiendo gradualmente. Hacia la cuarta semana, muchos pacientes pueden realizar salidas breves al exterior. Sin embargo, las caminatas prolongadas deben evitarse hasta que el cirujano lo autorice tras verificar la consolidación radiológica.

La reincorporación laboral es posible durante esta fase para trabajos sedentarios. Personas que trabajan en oficina, teletrabajo o actividades que permitan mantener el pie elevado pueden retornar generalmente entre la segunda y cuarta semana. Los trabajos que requieren estar de pie de forma prolongada necesitan periodos de baja más extensos.

La revisión médica entre las semanas 4-6 es crucial. En esta visita se realiza un control radiológico que permite evaluar el grado de consolidación ósea alcanzado. Si las imágenes muestran formación adecuada de callo óseo y el examen clínico es favorable, el cirujano autoriza el inicio de la transición hacia calzado convencional. En algunos casos, especialmente si la consolidación parece más lenta, puede ser necesario prolongar el uso del calzado postquirúrgico algunas semanas adicionales.

La fisioterapia puede iniciarse durante esta fase si está prescrita. Los objetivos incluyen drenaje linfático manual para reducir el edema residual, movilización pasiva suave de las articulaciones para prevenir rigidez y, hacia el final de esta fase, inicio de movilización activa progresiva.

Semanas 6-12: Transición y Ganancia Funcional

Con la autorización médica, se inicia la transición progresiva hacia calzado deportivo. Este cambio debe ser gradual: comenzar usando zapatillas deportivas con punta amplia y buena amortiguación durante 1-2 horas al día, alternando con el calzado postquirúrgico si aparecen molestias. Progresivamente, a lo largo de 2-3 semanas, se va aumentando el tiempo de uso del calzado deportivo hasta que se puede prescindir completamente del postquirúrgico.

El edema residual es completamente normal durante esta fase. Es habitual que el pie permanezca algo hinchado, especialmente al final del día tras haber estado de pie o caminado. Este edema va reduciéndose muy progresivamente a lo largo de meses. El uso de calcetines con compresión suave puede ayudar a controlarlo.

La reincorporación laboral completa es posible para la mayoría de profesiones hacia el final de esta fase. Trabajos que requieren estar de pie de forma prolongada o desplazamientos continuos pueden requerir adaptaciones temporales o jornadas reducidas inicialmente. Las profesiones que implican esfuerzos físicos importantes pueden necesitar bajas más prolongadas, hasta las 10-12 semanas.

La conducción puede retomarse generalmente entre las semanas 6-8, siempre que sea el pie izquierdo el operado (en vehículos automáticos) o que se haya recuperado suficiente fuerza y reflejos en el pie derecho. Es fundamental consultar con el cirujano antes de reiniciar la conducción y verificar con la compañía de seguros que la cobertura se mantiene.

La fisioterapia durante esta fase intensifica los ejercicios de movilización activa, introduce trabajo de fortalecimiento progresivo de la musculatura intrínseca del pie y comienza la reeducación de la marcha mediante análisis en plataforma de presiones si está disponible. El objetivo es recuperar patrones de marcha normales y prevenir compensaciones que puedan generar problemas en otras estructuras.

Meses 3-6: Recuperación Avanzada y Retorno al Deporte

Durante estos meses, la consolidación ósea se completa. El control radiológico del tercer mes típicamente muestra consolidación radiológica completa, con desaparición de la línea de osteotomía y formación de hueso maduro. Este hito permite ampliar significativamente el nivel de actividad.

El calzado cotidiano puede incorporarse progresivamente. Zapatos cerrados de piel flexible, mocasines con buena plantilla y calzado casual cómodo van sustituyendo a las zapatillas deportivas. Sin embargo, se recomienda mantener criterios de calzado saludable: punta amplia, soporte adecuado del arco, materiales de calidad y evitar tacones altos o zapatos excesivamente estrechos.

El retorno deportivo debe ser progresivo y supervisado. Actividades de bajo impacto como natación pueden iniciarse ya desde las 4-6 semanas (una vez las heridas están completamente cerradas). La bicicleta estática se introduce hacia las 6-8 semanas. El senderismo en terreno llano puede comenzarse hacia las 8-12 semanas. El running requiere mayor precaución, generalmente no antes de los 3-4 meses, iniciando con sesiones cortas de trote suave y aumentando progresivamente volumen e intensidad. Los deportes de impacto intenso (fútbol, baloncesto, tenis) típicamente no se retoman completamente hasta los 4-6 meses postoperatorios.

Los ejercicios de fortalecimiento y propioceptivos se intensifican. Trabajo con bandas elásticas para fortalecer la musculatura del pie y tobillo, ejercicios de equilibrio en superficies inestables y ejercicios de agarre con los dedos ayudan a recuperar la funcionalidad completa del pie.

Más Allá de los 6 Meses: Consolidación de Resultados

La mayoría de pacientes alcanza la recuperación completa hacia los 6 meses postoperatorios. Esto significa ausencia de dolor relacionado con la cirugía, consolidación ósea radiológica completa, recuperación del rango de movimiento articular y capacidad para realizar todas las actividades cotidianas y deportivas sin limitaciones.

Sin embargo, algunos aspectos pueden requerir más tiempo. El edema residual mínimo al final del día puede persistir hasta el año postoperatorio, especialmente en pacientes con tendencia a retención de líquidos o en climas cálidos. Este edema residual no debe ser doloroso ni limitar la actividad. La sensibilidad cutánea en la zona de las cicatrices puede tardar hasta 12-18 meses en normalizarse completamente, persistiendo cierta hipoestesia (sensibilidad reducida) en algunos casos de forma permanente, aunque esto raramente genera problemas funcionales.

Es fundamental mantener buenos hábitos de calzado a largo plazo. Aunque la deformidad ha sido corregida quirúrgicamente, los factores predisponentes (estructura ósea, laxitud ligamentosa, patrón de marcha) persisten. El uso habitual de calzado estrecho o tacones altos puede favorecer, a muy largo plazo, una recidiva de la deformidad. Por ello, se recomienda reservar el calzado menos adecuado para ocasiones puntuales y priorizar el confort en el día a día.


Determinando si Eres Candidato Apropiado

No todos los pacientes con hallux valgus o deformidades del pie son candidatos ideales para cirugía percutánea. Una valoración honesta de la idoneidad es fundamental para evitar frustraciones y optimizar resultados.

El candidato ideal presenta una deformidad de severidad leve a moderada, documentada radiológicamente con ángulos en rangos que permiten corrección percutánea. Experimenta dolor que limita significativamente sus actividades cotidianas, trabajo o práctica deportiva, habiendo intentado sin éxito tratamiento conservador durante al menos seis meses. Este tratamiento conservador debería haber incluido uso de calzado adecuado, plantillas personalizadas si estaban indicadas, fisioterapia y modificación de actividades. La calidad ósea del paciente debe ser adecuada, sin osteoporosis severa que comprometa la consolidación. Es fundamental que el paciente comprenda claramente el procedimiento, sus expectativas de resultado y los tiempos de recuperación, mostrando disposición a seguir el protocolo postoperatorio y capacidad para acudir a las revisiones necesarias. Su estado de salud general debe ser compatible con una intervención quirúrgica, sin patologías descompensadas que aumenten significativamente el riesgo quirúrgico.

Existen situaciones que requieren precaución especial y pueden constituir contraindicaciones relativas. Las deformidades muy severas, con ángulos que superan claramente los límites habituales de la técnica percutánea, pueden obtener mejores resultados con técnicas abiertas que permiten correcciones más amplias. La presencia de infecciones activas en el pie contraindica absolutamente cualquier cirugía electiva hasta su resolución completa. La insuficiencia vascular periférica severa compromete la capacidad de cicatrización y aumenta dramáticamente el riesgo de complicaciones, requiriendo valoración vascular previa y posiblemente revascularización antes de considerar cirugía del pie. La diabetes mellitus descompensada, con niveles de hemoglobina glicada superiores al 8%, se asocia a mayores tasas de complicaciones infecciosas y retraso de cicatrización, siendo recomendable optimizar el control glucémico antes de la intervención. El tabaquismo activo aumenta significativamente el riesgo de complicaciones de cicatrización y retardo de consolidación ósea; aunque no contraindica absolutamente la cirugía, se recomienda encarecidamente el cese tabáquico al menos 4-6 semanas antes de la intervención. Las expectativas poco realistas, como esperar ausencia total de molestias durante el postoperatorio o recuperación «inmediata», requieren ser identificadas y corregidas mediante información adecuada antes de proceder con la cirugía. La osteoporosis severa no controlada puede comprometer la consolidación ósea, especialmente en técnicas sin fijación interna, siendo necesaria valoración individual y posiblemente tratamiento de la osteoporosis previo a la cirugía.


Comparando Cirugía Percutánea y Cirugía Abierta

La decisión entre cirugía percutánea y cirugía abierta no siempre es evidente. Ambos enfoques tienen fortalezas y limitaciones que deben considerarse en el contexto de cada caso individual.

En términos de invasividad, la diferencia es clara y objetivable. La cirugía percutánea emplea incisiones de 2-5 milímetros que resultan prácticamente imperceptibles una vez cicatrizadas, mientras que la cirugía abierta requiere incisiones de 5-10 centímetros que, aunque generalmente cicatrizan bien, dejan una marca lineal visible. La disección de tejidos blandos en cirugía abierta es amplia, requiriendo seccionar o retraer músculos, tendones y cápsulas articulares, mientras que la técnica percutánea trabaja entre los tejidos respetando su integridad. El sangrado intraoperatorio en técnicas percutáneas raramente supera los 50 mililitros, mientras que en cirugía abierta puede alcanzar 100-200 mililitros, aunque estas cifras no suelen tener relevancia clínica significativa en pacientes sanos.

Respecto al procedimiento quirúrgico, la cirugía percutánea típicamente requiere 40-60 minutos para un pie, duración similar a las técnicas abiertas (60-90 minutos). La principal diferencia radica en el tipo de anestesia: la percutánea generalmente se realiza con bloqueo local y sedación consciente, permitiendo alta el mismo día, mientras que la cirugía abierta más frecuentemente emplea anestesia raquídea o general, aunque también suele ser ambulatoria. La curva de aprendizaje para cirugía percutánea es más pronunciada que para técnica abierta, requiriendo formación específica y experiencia acumulada para dominar la técnica.

El postoperatorio inmediato presenta diferencias significativas. El dolor tras cirugía percutánea tiende a ser leve-moderado y bien controlable con analgesia estándar, mientras que tras cirugía abierta suele ser moderado-intenso, requiriendo ocasionalmente analgésicos más potentes. El edema es generalmente menor y más localizado tras técnica percutánea, mientras que en cirugía abierta tiende a ser más extenso y prolongado. La deambulación se inicia desde el primer día en ambas técnicas, aunque con calzado postquirúrgico especializado.

El periodo de recuperación muestra diferencias que, aunque presentes, son menos dramáticas de lo que algunos discursos comerciales sugieren. El retorno laboral para trabajos sedentarios es posible hacia las 2-4 semanas tras cirugía percutánea, mientras que tras cirugía abierta típicamente requiere 4-6 semanas. Para trabajos de pie, los tiempos son 6-8 semanas y 8-12 semanas respectivamente. La fisioterapia se inicia hacia las 3-4 semanas en ambos casos, aunque la intensidad puede progresar más rápidamente tras técnica percutánea. La recuperación deportiva completa se alcanza hacia los 3-6 meses tras percutánea y 4-8 meses tras abierta, aunque estas cifras tienen amplias variaciones individuales.

En cuanto a resultados a medio-largo plazo, la evidencia científica disponible sugiere resultados similares entre ambas técnicas en términos de corrección angular conseguida, satisfacción del paciente a largo plazo y tasas de recidiva. Las series con seguimiento de 5 años muestran tasas de satisfacción del 85-95% para ambos enfoques. Las tasas de recidiva se sitúan en el 3-7% para cirugía percutánea y 5-10% para cirugía abierta, diferencias no estadísticamente significativas en la mayoría de estudios.

Las indicaciones difieren significativamente. La cirugía percutánea resulta óptima para deformidades leves-moderadas, en pacientes con buena calidad ósea, sin inestabilidad significativa de estructuras proximales. La cirugía abierta tiene un espectro de indicaciones más amplio, siendo capaz de abordar deformidades severas, inestabilidades articulares complejas, casos de revisión quirúrgica y situaciones donde se requiere amplia liberación de partes blandas contracturadas.

Finalmente, el coste directo de ambos procedimientos es similar. Aunque la cirugía percutánea requiere equipamiento específico (fluoroscopio de alta calidad), la menor necesidad de hospitalización y recursos postoperatorios compensa este coste. En el sistema sanitario público español, ambas técnicas están cubiertas cuando existe indicación médica clara, siendo la técnica específica empleada dependiente del protocolo del centro y experiencia del cirujano asignado.


Preguntas que Surgen Frecuentemente

Sobre el dolor: «¿La cirugía percutánea duele?» Durante el procedimiento, la anestesia local y sedación garantizan que no experimentarás dolor. En las horas posteriores, a medida que el efecto anestésico desaparece, comenzarás a notar molestias que típicamente alcanzan su máximo hacia las 24-48 horas postoperatorias. Este dolor suele ser de intensidad leve-moderada, describible como molestia sorda o sensación de presión, raramente como dolor agudo intenso. Los analgésicos estándar prescritos (combinación de paracetamol y antiinflamatorios) suelen controlarlo adecuadamente. Si el dolor es severo, no responde a medicación o se intensifica después de los primeros días, debe consultarse inmediatamente con el equipo médico, pues podría indicar complicaciones como síndrome compartimental o infección.

Sobre la movilidad inicial: «¿Cuándo podré caminar?» La deambulación con calzado postquirúrgico puede iniciarse desde el primer día postoperatorio. Sin embargo, «poder caminar» no significa que debas caminar extensamente. Durante las primeras dos semanas, la deambulación debe limitarse a lo estrictamente necesario: desplazamientos dentro del domicilio para baño, comidas y necesidades básicas. El objetivo de este periodo es permitir el inicio de la consolidación ósea en condiciones óptimas, con el pie en descarga relativa. La tentación de probar la capacidad de caminar o realizar salidas innecesarias debe resistirse: aunque probablemente podrías hacerlo sin dolor agudo inmediato, estarías comprometiendo el proceso de consolidación que está en sus fases más críticas.

Sobre el empleo: «¿Cuándo regreso al trabajo?» Esta es quizás la pregunta con mayor variabilidad en su respuesta. Un programador que puede teletrabajar con el pie elevado podría retornar a su actividad laboral en 1-2 semanas. Un administrativo de oficina que puede mantener el pie elevado bajo el escritorio frecuentemente puede reincorporarse hacia las 2-4 semanas. Un comercial que requiere estar de pie atendiendo clientes necesitará típicamente 6-8 semanas. Un trabajador de construcción o un enfermero que pasa toda la jornada de pie y desplazándose puede requerir 10-12 semanas. Tu cirujano evaluará tu profesión específica y las demandas físicas de tu trabajo para darte una estimación personalizada y, si es necesario, proponer adaptaciones temporales del puesto.

Sobre la cirugía bilateral: «¿Puedo operarme ambos pies simultáneamente?» Técnicamente es posible realizar cirugía percutánea bilateral en el mismo acto quirúrgico, y algunos centros lo ofertan. Sin embargo, la mayoría de cirujanos recomiendan operar primero un pie y, tras su recuperación completa (típicamente 3-6 meses), proceder con el contralateral. La razón principal es que operarse ambos pies simultáneamente te deja sin ningún pie «sano» para apoyar durante las primeras semanas, limitando dramáticamente tu movilidad y autonomía. Esta limitación puede ser manejable para pacientes jóvenes, sanos, con excelente apoyo familiar y que puedan tomarse un periodo largo de baja laboral. Para la mayoría de pacientes, el enfoque secuencial resulta más práctico y seguro.

Sobre la fijación interna: «¿Esta cirugía usa tornillos?» Existe cierta confusión sobre este aspecto. Algunas técnicas de cirugía percutánea logran estabilidad sin necesidad de fijación interna (tornillos), mediante un vendaje funcional que mantiene la corrección durante las primeras 4-6 semanas críticas. Otras variantes de cirugía mínimamente invasiva emplean tornillos, insertados a través de pequeñas incisiones bajo control radiológico. Ambos enfoques son «percutáneos» o «mínimamente invasivos» pues las incisiones siguen siendo milimétricas. La decisión de usar o no tornillos depende de múltiples factores: severidad de la deformidad corregida, calidad ósea del paciente, protocolo específico del cirujano y filosofía quirúrgica del centro. Ambos enfoques cuentan con evidencia científica que respalda su eficacia. Lo fundamental es que tu cirujano te explique claramente qué técnica específica empleará en tu caso y por qué.

Sobre la recidiva: «¿Puede volver a salir el juanete?» Esta es una preocupación legítima. Los estudios con seguimiento de 5 años reportan tasas de recidiva del 3-7% para cirugía percutánea, cifras similares o ligeramente inferiores a las de cirugía abierta. Una «recidiva» puede ser una reaparición completa de la deformidad original o, más frecuentemente, una desviación parcial menor que la inicial. Los factores que reducen el riesgo de recidiva incluyen una corrección quirúrgica completa de todos los componentes de la deformidad, buena consolidación ósea verificada radiológicamente, uso posterior de calzado apropiado (evitando rutinariamente calzado estrecho o tacones altos) y control de factores predisponentes como sobrepeso o alteraciones biomecánicas mediante plantillas si están indicadas. Algunos factores de riesgo de recidiva (laxitud ligamentosa constitucional, tipo de estructura ósea del pie) no son modificables, lo que explica que incluso con técnica perfecta y seguimiento óptimo del protocolo postoperatorio, un pequeño porcentaje de pacientes experimente algún grado de recidiva.

Sobre el coste económico: «¿Cuánto cuesta esta cirugía?» En el ámbito privado en España, el coste de cirugía percutánea de juanete en un pie oscila típicamente entre 2.500-5.000 euros, dependiendo del centro, la complejidad del caso y los servicios incluidos (número de revisiones, fisioterapia postoperatoria, tipo de anestesia). La cirugía bilateral simultánea no duplica el coste, pues comparte gastos de quirófano y anestesia, situándose generalmente entre 4.000-7.000 euros. Muchas pólizas de seguro médico privado cubren esta cirugía parcial o totalmente cuando existe indicación médica clara, aunque suele requerir periodo de carencia (tiempo desde la contratación del seguro hasta que se puede usar para esta cobertura) de 6-12 meses. En el sistema público de salud, la cirugía de juanetes está cubierta cuando hay indicación clara (dolor limitante, fracaso de tratamiento conservador documentado), aunque los tiempos de espera varían significativamente según la comunidad autónoma, desde 6 hasta 18-24 meses. La técnica específica empleada (percutánea o abierta) dependerá del protocolo del hospital y de la experiencia del cirujano asignado.

Sobre la fisioterapia: «¿Es obligatoria la fisioterapia?» No es estrictamente obligatoria en todos los casos, pero sí altamente recomendable. La fisioterapia postoperatoria cumple múltiples objetivos que aceleran y optimizan la recuperación. Durante las semanas 3-6, el drenaje linfático manual ayuda a reducir el edema residual que dificulta la movilidad y genera molestias. A partir de la sexta semana, la movilización activa y pasiva progresiva previene la rigidez articular, complicación frecuente si no se trabaja adecuadamente el rango de movimiento. Entre los meses 2-4, el fortalecimiento muscular específico y la reeducación de la marcha mediante análisis baropodométrico corrigen patrones compensatorios que podrían generar problemas en otras estructuras (rodilla, cadera, espalda). Tu cirujano valorará tu evolución y determinará si prescribe fisioterapia y, en caso afirmativo, cuántas sesiones considera necesarias. Algunos pacientes con excelente evolución espontánea y buen rango de movimiento pueden no requerirla, mientras que otros se benefician significativamente de un programa estructurado de varias semanas.

Sobre la actividad deportiva: «¿Podré volver a hacer deporte?» No solo podrás, sino que uno de los objetivos de la cirugía es precisamente permitirte retomar las actividades que la deformidad había limitado. Sin embargo, la reincorporación debe ser progresiva y supervisada. Las actividades de bajo impacto como natación o ciclismo estático pueden iniciarse relativamente pronto, hacia las 6-8 semanas. El running requiere más precaución, iniciándose típicamente hacia los 3-4 meses con progresión muy gradual de volumen e intensidad. Los deportes de salto, pivotaje o cambios bruscos de dirección (baloncesto, fútbol, tenis) generalmente esperan hasta los 4-6 meses. Estas cifras son orientativas; tu cirujano programará controles radiológicos que permitan verificar la consolidación completa antes de autorizar progresiones significativas en la carga deportiva. Intentar acelerar el retorno deportivo antes de que el hueso haya consolidado completamente aumenta significativamente el riesgo de complicaciones, desde molestias hasta fracturas de estrés o pérdida de la corrección lograda.


Mitos Comunes que Conviene Aclarar

El marketing y la información informal generan frecuentemente ideas erróneas sobre la cirugía percutánea que conviene desmontar con evidencia y honestidad.

«Es cirugía láser» - Este es probablemente el mito más extendido. No existe ningún láser involucrado en la cirugía percutánea del pie. Los cortes óseos se realizan con fresas motorizadas de pequeño calibre, muy similares en principio a las empleadas en cirugía abierta pero miniaturizadas y diseñadas para trabajar a través de pequeños portales. El láser médico tiene aplicaciones en otros campos (oftalmología, dermatología), pero no en cirugía ósea del pie.

«No deja ninguna cicatriz» - Aunque las cicatrices son mínimas (2-5 mm) y generalmente muy discretas, existen. Con el tiempo y la exposición solar, estas pequeñas marcas pueden volverse prácticamente imperceptibles, pero afirmar que no hay cicatrices es técnicamente incorrecto. Lo correcto es decir que las cicatrices son milimétricas y mucho menos visibles que las de cirugía abierta.

«La recuperación es inmediata» - Este mito genera falsas expectativas y posteriores frustraciones. Aunque la recuperación es generalmente más rápida que con cirugía abierta, sigue siendo un proceso que requiere semanas para la consolidación inicial y meses para la recuperación completa. Podrás caminar desde el primer día, sí, pero con calzado especial y limitaciones. La consolidación ósea requiere su tiempo biológico independientemente de la técnica empleada.

«No duele absolutamente nada» - El dolor postoperatorio es menor que en cirugía abierta, pero no es cero. Las primeras 48-72 horas suelen cursar con molestias que requieren analgesia. La intensidad es variable entre pacientes, pero describir el postoperatorio como completamente indoloro es engañoso. Lo honesto es decir que el dolor suele ser leve-moderado y bien controlable con medicación estándar.

«Sirve para cualquier juanete, no importa lo grande que sea» - Las deformidades severas frecuentemente requieren técnicas abiertas o mixtas que permitan correcciones más amplias y estabilización más robusta. La cirugía percutánea tiene limitaciones técnicas que deben reconocerse. Un cirujano honesto valorará tu caso específico y te dirá claramente si tu deformidad es candidata a técnica percutánea o requeriría mejor resultado con otro enfoque.

«Es una técnica experimental nueva» - Las técnicas percutáneas en el pie se desarrollaron inicialmente en los años 80-90. Lo que es relativamente reciente es la optimización mediante fluoroscopia digital de alta calidad e instrumental específicamente diseñado. Pero el concepto de realizar osteotomías mediante pequeñas incisiones no es nuevo ni experimental. Existe amplia literatura científica publicada con seguimientos de 5-10 años que respalda su eficacia y seguridad en casos apropiadamente seleccionados.

«Los seguros no lo cubren» - Tanto el sistema público como la mayoría de seguros privados cubren la cirugía de juanetes cuando existe indicación médica clara. Lo que puede variar es la técnica específica que emplee el cirujano asignado, dependiendo de su formación y protocolos del centro. Pero la cobertura del procedimiento en sí no suele ser problema.

«Cuesta mucho más que la cirugía normal» - El coste es similar al de cirugía abierta. Aunque se requiere equipamiento específico (fluoroscopio), los gastos de hospitalización y cuidados postoperatorios tienden a ser menores, compensando el coste del equipamiento.


Eligiendo al Profesional Adecuado

La elección del cirujano es probablemente la decisión más importante en tu proceso. Algunos aspectos clave a considerar:

Un cirujano cualificado para realizar cirugía percutánea del pie debe tener formación específica acreditada en técnicas mínimamente invasivas, no siendo suficiente la formación general en cirugía del pie. Estas técnicas requieren cursos específicos, entrenamiento en centros de referencia y experiencia supervisada inicial. Un volumen adecuado de casos es fundamental para mantener destreza; los cirujanos que realizan estas técnicas ocasionalmente (menos de 20-30 casos anuales) pueden tener resultados menos predecibles que aquellos con volúmenes mayores. La experiencia acumulada importa significativamente, especialmente considerando la curva de aprendizaje de estas técnicas. Preguntar hace cuántos años realiza cirugía percutánea y aproximadamente cuántos casos ha realizado es completamente apropiado. La pertenencia a sociedades científicas especializadas en cirugía del pie y tobillo sugiere compromiso con la formación continuada y actualización de conocimientos.

La transparencia comunicativa es esencial. Un buen cirujano dedicará tiempo suficiente a explicar la técnica específica que empleará en tu caso, mostrará ejemplos de casos previos similares (fotografías preoperatorias y postoperatorias, radiografías), explicará claramente los riesgos y complicaciones posibles sin minimizarlos, discutirá alternativas terapéuticas si existen y responderá a todas tus preguntas sin prisa ni evasivas. Si en algún momento sientes presión para decidir rápidamente sin tiempo para reflexionar, o si las respuestas son vagas o evasivas, considera buscar una segunda opinión.

El equipamiento disponible es crítico en cirugía percutánea. El quirófano debe contar con fluoroscopio de calidad (arco en C digital) que permita imágenes en tiempo real de alta resolución. El instrumental específico para cirugía mínimamente invasiva del pie (fresas, bisturíes especiales, instrumental de movilización) debe estar disponible. Pregunta sobre estos aspectos es completamente apropiado.

El protocolo de seguimiento debe estar claramente estructurado: cuántas revisiones están programadas, en qué momentos, qué incluyen (exploración, radiografías, cambios de vendaje), si hay disponibilidad de fisioterapia en el propio centro o derivación a fisioterapeutas colaboradores con experiencia en este tipo de cirugía, y cómo contactar con el equipo médico en caso de dudas o problemas entre revisiones.

Finalmente, la valoración individualizada honesta es señal de calidad profesional. Un cirujano experimentado y ético no intentará «vender» la técnica percutánea a todos los pacientes. Si tras la valoración te indica que tu caso no es ideal para esta técnica y propone una alternativa, probablemente estás ante un profesional que prioriza tus resultados sobre consideraciones comerciales. La honestidad de decir «tu caso requeriría mejores resultados con otra técnica» es señal de excelencia profesional.


Preparándote Óptimamente para la Intervención

Una buena preparación preoperatoria contribuye significativamente al éxito del procedimiento y a una recuperación sin complicaciones.

En las 2-4 semanas previas, debes completar todos los estudios preoperatorios que tu cirujano solicite: analítica sanguínea que incluya hemograma, coagulación y bioquímica básica; electrocardiograma si tienes más de 50 años o factores de riesgo cardiovascular; radiografía de tórax si es requerida por anestesia. Si tomas medicación anticoagulante o antiagregante (aspirina, clopidogrel, warfarina, anticoagulantes directos), necesitarás coordinación entre tu cirujano y el médico prescriptor para valorar si es necesario suspender temporalmente estos fármacos. Adquiere el calzado postquirúrgico si no está incluido en el precio de la intervención; tu cirujano te indicará el modelo específico y la talla necesaria.

Prepara tu domicilio pensando en las limitaciones de movilidad iniciales. Si vives en un piso sin ascensor, considera alternativas temporales o al menos minimiza la frecuencia de subida/bajada de escaleras durante la primera semana. Organiza el dormitorio con todo lo necesario (agua, medicación, teléfono móvil, mando del televisor) al alcance desde la cama sin necesidad de levantarte. Si vives solo, es altamente recomendable contar con ayuda doméstica o familiar al menos durante los 3-4 primeros días. Prepara comida con antelación o organiza cómo resolverás este aspecto los primeros días.

En la semana previa, suspende la toma de antiinflamatorios (ibuprofeno, naproxeno) pues aumentan el riesgo de sangrado; si necesitas analgésicos, usa paracetamol. No apliques esmalte en las uñas de los pies; las uñas deben estar naturales para permitir valorar la coloración y perfusión durante el postoperatorio. Intensifica la higiene de los pies, especialmente en los espacios interdigitales.

El día anterior, revisa que tienes preparado todo lo necesario para el día siguiente: documentación médica completa (informes, radiografías, analíticas), tarjeta sanitaria o del seguro privado, medicación habitual que tomes regularmente, ropa cómoda y holgada para el día de la intervención (evita pantalones ajustados), calcetines limpios de algodón. Verifica las instrucciones de ayuno que te hayan dado, típicamente 6-8 horas para sólidos y 2 horas para líquidos claros. No ingieras alcohol en las 24 horas previas.

El día de la cirugía, ducha con especial atención a la higiene de los pies. No apliques cremas ni lociones en los pies ese día. Viste ropa cómoda que puedas ponerte fácilmente sin tener que agacharte excesivamente. Asegúrate de acudir acompañado; no podrás conducir tras la intervención y es recomendable tener alguien contigo las primeras horas en casa. Deja joyas y objetos de valor en casa. Lleva el teléfono móvil completamente cargado.


Conclusión: Una Herramienta Valiosa, No Una Panacea

La cirugía percutánea del pie representa un avance genuino y significativo en el tratamiento de deformidades del antepié. Sus ventajas en términos de invasividad, dolor postoperatorio y recuperación funcional son reales y están respaldadas por evidencia científica sólida. Para el paciente adecuado, con la deformidad apropiada, realizada por un cirujano con formación y experiencia específicas, puede ofrecer resultados excelentes con mínimo trauma quirúrgico.

Sin embargo, no es una solución mágica ni universal. Reconocer sus limitaciones es tan importante como conocer sus ventajas. No todas las deformidades son candidatas a esta técnica. La curva de aprendizaje es real y los resultados mejoran con la experiencia del cirujano. Los tiempos de recuperación, aunque generalmente más favorables que con cirugía abierta, siguen requiriendo semanas para la consolidación inicial y meses para la recuperación completa.

Lo más importante es una evaluación individualizada honesta por parte de un profesional cualificado que valore tu caso específico, discuta contigo todas las opciones disponibles (conservadoras y quirúrgicas, percutáneas y abiertas), te explique claramente qué puedes esperar en términos de proceso, resultados y tiempos, y te permita tomar una decisión informada sin presiones comerciales ni falsas promesas.

Si estás considerando cirugía para tu hallux valgus o deformidad del pie, busca esa valoración profesional y honesta. Pregunta, cuestiona, busca segundas opiniones si tienes dudas. Tu decisión debe basarse en información completa y realista, no en expectativas infladas por marketing o testimonios anecdóticos.


Consulta Profesional en Alicante

En Clínica San Román realizamos valoraciones exhaustivas de cada caso para determinar el abordaje más apropiado según las características individuales de cada paciente. Nuestra experiencia de más de 40 años en cirugía del pie, combinada con formación específica en técnicas mínimamente invasivas, nos permite ofrecer asesoramiento objetivo basado en evidencia científica.

Primera consulta de valoración disponible para análisis detallado de tu caso.

Clínica San Román, Alicante


Disclaimer médico: Este artículo tiene propósitos exclusivamente informativos y educativos. No constituye consejo médico personalizado ni sustituye la consulta presencial con un especialista cualificado. Los tiempos de recuperación, resultados y riesgos varían significativamente según características individuales del paciente, severidad de la deformidad y técnica específica empleada. Toda decisión sobre tratamiento debe tomarse tras valoración médica individualizada.