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Rotura del tendón de Aquiles: recupere su paso firme sin dolor ni recaídas

La rotura del tendón de Aquiles es una de las lesiones más incapacitantes para cualquier persona activa. Ocurre cuando el tendón que conecta los músculos de la pantorrilla con el talón se desgarra total o parcialmente, provocando dolor intenso y pérdida inmediata de fuerza en el tobillo. Aunque se asocia con frecuencia a deportistas, puede afectar a cualquier individuo que realice un esfuerzo súbito, un salto o incluso un paso en falso. En este artículo encontrará información detallada y rigurosa sobre las causas, los síntomas, el diagnóstico y las opciones de tratamiento disponibles, así como las pautas de rehabilitación que le permitirán volver a caminar con seguridad.

Anatomía funcional del tendón de Aquiles

El tendón de Aquiles está formado por fibras de colágeno altamente resistentes que transmiten la fuerza generada por los músculos gastrocnemio y sóleo al calcáneo. Esta estructura soporta cargas de hasta doce veces el peso corporal durante la carrera y actúa como resorte en la fase de impulso del paso. La vascularización del tercio medio del tendón, sin embargo, es limitada, lo que reduce su capacidad de autorreparación y explica la frecuencia de lesiones en esa área específica.

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Causas y factores de riesgo

La rotura suele producirse por un aumento brusco de tensión sobre un tendón previamente debilitado. Entre los factores de riesgo más habituales se encuentran:

  • Sobreuso crónico: entrenamientos intensos sin descanso adecuado.
  • Cambios repentinos de actividad: pasar de vida sedentaria a ejercicio vigoroso.
  • Calzado inadecuado: suelas rígidas o falta de amortiguación.
  • Toma prolongada de corticoides o antibióticos fluoroquinolonas.
  • Alteraciones biomecánicas: pie pronador, tendinosis previa o acortamiento del tendón.

Síntomas característicos

La rotura del tendón de Aquiles se manifiesta con un chasquido audible, descrito por muchos pacientes como la sensación de recibir una pedrada. A este sonido le sigue un dolor agudo en la parte posterior del tobillo y la imposibilidad de ponerse de puntillas. El talón pierde su contorno habitual y aparece un hundimiento palpable en la zona lesionada. La inflamación y la equimosis pueden extenderse hacia la pantorrilla en las horas posteriores.

Diagnóstico clínico y pruebas complementarias

El primer paso es la exploración física por un especialista. La prueba de Thompson, que consiste en comprimir el gemelo y observar la flexión plantar del pie, resulta positiva cuando no se produce movimiento. Para confirmar extensión y localización de la rotura se recurre a ecografía musculoesquelética o resonancia magnética, técnicas que permiten valorar la distancia entre cabos tendinosos y la calidad del tejido, datos esenciales para planificar el tratamiento.

Opciones de tratamiento

Tratamiento conservador

Indicada en roturas parciales o en pacientes de bajo nivel deportivo. Se inmoviliza el tobillo en equino (flexión plantar) mediante bota ortopédica o férula durante las primeras tres semanas. Posteriormente se ajusta el ángulo de la férula para ir acercando gradualmente los bordes del tendón, mientras se inician ejercicios isométricos guiados. El éxito depende de la correcta aproximación de los cabos y de una fisioterapia estricta.

Tratamiento quirúrgico

Recomendado para roturas completas y para personas que desean recuperar niveles altos de actividad. Existen dos técnicas principales:

  • Sutura abierta clásica: permite visión directa y refuerzo con injertos, pero con mayor riesgo de complicaciones cutáneas.
  • Sutura mínimamente invasiva (percutánea o endoscópica): reduce cicatriz y riesgo de infección, facilita recuperación funcional precoz.

La elección se basa en la longitud de la rotura, la calidad del tejido y los objetivos funcionales del paciente.

Rehabilitación y tiempos de recuperación

La fisioterapia supervisada es clave para restablecer la elasticidad y fuerza del tendón. El protocolo estándar incluye:

  1. Fase de protección (0‑3 semanas): inmovilización en equino, carga parcial con muletas.
  2. Fase de movilidad controlada (3‑6 semanas): retirada progresiva de talonera, ejercicios de rango articular pasivo y activo asistido.
  3. Fase de fortalecimiento (6‑12 semanas): trabajo concéntrico y excéntrico de gemelos, propiocepción en plano estable.
  4. Fase de reintegración funcional (12‑24 semanas): carrera ligera, saltos pliométricos y puestos de pie monopodales.

El retorno a actividades deportivas de alta demanda oscila entre seis y nueve meses, dependiendo de la adherencia al programa y de la cicatrización biológica.

Complicaciones potenciales

Las más habituales son la rerrotura, la adherencia cicatricial y la rigidez de tobillo. Las infecciones superficiales o la trombosis venosa profunda son menos frecuentes, pero requieren vigilancia. El seguimiento periódico con ecografía permite detectar puntos débiles del tendón y adaptar la carga de entrenamiento.

Estrategias de prevención

  • Planificar incrementos de volumen e intensidad de ejercicio máximo 10 % por semana.
  • Realizar estiramientos de gemelos y fascia plantar a diario.
  • Utilizar calzado con amortiguación adecuada y talonera moderada.
  • Fortalecer la cadena posterior mediante ejercicios excéntricos (bajada de talones en escalón).
  • Corregir desequilibrios biomecánicos con plantillas personalizadas si el especialista lo recomienda.

Cuándo acudir al especialista

Si experimenta dolor súbito en la parte posterior del tobillo, siente un chasquido al intentar impulsarse o nota imposibilidad de ponerse de puntillas, debe acudir de inmediato al podólogo o traumatólogo. Un diagnóstico y tratamiento precoces mejoran significativamente el pronóstico y reducen el riesgo de secuelas.

Conclusión

La rotura del tendón de Aquiles es una lesión grave, pero tratable con excelentes resultados cuando se interviene de forma temprana y se sigue un plan de rehabilitación riguroso. Comprender los factores de riesgo, reconocer los síntomas y actuar con rapidez son los pilares que marcan la diferencia entre una recuperación plena y la aparición de complicaciones crónicas.

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