Cuando vamos a comprar unas zapatillas, nos fijamos en su diseño y características antes de tomar una decisión. También valoramos, la distancia que recorremos al día así como el tipo de pie que tenemos.
Un punto importante en el que solemos fijarnos es en la flexibilidad de la zapatilla. Una de las ideas habituales es que las zapatillas son mejores cuanto más flexibles sean. Sin embargo, hay que distinguir entre amortiguación y flexibilidad.
Diferencias entre amortiguación y flexibilidad
La amortiguación es la resistencia que tiene la suela en la zapatilla para absorber el impacto al andar o correr, teniendo en cuenta que ese impacto puede ser hasta 5 veces el peso corporal de la persona.
La flexibilidad es la capacidad que tiene el calzado para doblarse desde los extremos hacia dentro.
Por tanto, para explicar el grado de flexibilidad o rigidez que debe de tener la zapatilla, utilizaremos el ejemplo de la cuchara. Si una cuchara se pone en una superficie plana y se realiza presión sobre el extremo de la parte cóncava, se produce un efecto palanca que hace que se levante el extremo. De la misma manera, la suela rígida de las zapatillas provoca un efecto palanca que ayuda al correr o al andar.
La clave para que unas zapatillas sean flexibles o duras
El que una zapatilla sea más o menos flexible depende del cambrillón. El material con el que esté fabricado afectará en mayor o menor medida al efecto palanca. Existen zapatillas con cambrillones de distintos materiales ya sea de PVC, cartón o metálicos. Las zapatillas extremadamente flexibles pueden no tener cambrillón, lo que no es bueno para la salud de los pies.
En la Clínica San Román te podemos ayudar a elegir el mejor calzado en base a tu pie, con estudios de la pisada y damos solución a cualquier problema que tengas con los pies.
Artículo elaborado por la Clínica San Román
Fecha de publicación: 22-11-2017
Fecha de revisión: 3-02-2020